jueves, 14 de abril de 2011

ESTA NOCHE A LAS 00:00H EN UNIRADIO



EL CAPÍTULO LOVECRAFTIANO DE TONY RUINA!!

lunes, 11 de abril de 2011

Capitulo13: CASTIDAD O INFIERNO

Escucha aquí el capitulo:


ESCENA1: LA DEMONIACA PRESENCIA
Supe que este caso iba a suponerme un conflicto ideológico. Y ahora dentro de la iglesia de Saint Peter, mientras ésta temblaba bajo mis pies, y envuelto en un insoportable olor a azufre intentaba buscar explicaciones razonables a lo que estaba sucediendo a mi alrededor para no volverme loco. Permanecía pegado al muro del templo, mientras abrazaba contra mí a la dulce y bella Sor Úrsula sintiendo sus duros pezones contra mi pecho. Ella por su parte no dudo que podía sentir que parte de mi anatomía se tensa en los momentos de máxima tensión. El temblor de la Iglesia perfectamente podía ser producto de un terremoto. Olba Town se encuentra en una zona geográfica afectada por movimientos sísmicos. Cuadraba. El fuerte olor a azufre podía deberse a los gases que fluían del subsuelo. Mi total desconocimiento en geología suponía en este caso un gran alivio. Las risas y extrañas voces que inundaban el ambiente alucinaciones acústicas propias de aquel momento de terror. Para no descartar esta teoría preferí no preguntarle a la monjita si ella también las estaba oyendo. Lo que no podía explicarme era que carajo hacia el cura flotando a cinco metros de suelo, girando sobre sí mismo a una endiablada velocidad mientras gritaba de horror. De repente estalló en mil pedazos embadurnando de sangre todas las paredes del templo y cesando en ese momento los temblores. La monjita, que parecía más entera que yo, me cogió de la mano y nos metimos los dos en el confesionario. Allí, encerrado con ella, a oscuras, casi pierdo la cordura al oír las pisadas de una cabra sobre el suelo de la iglesia y que se acercaba hacia nuestro escondrijo. 

ESCENA2: LA MADRE SUPERIORA Y SOR URSULA
Tras unas semanas de reformas de mi despacho por el incendio provocado por los matones  en mi último caso decidí abrir de nuevo la agencia. El pintor que estaba dándole la última mano al techo no pudo evitar silbar al ver cruzar la puerta a la bella y dulce monjita. Silbido que casi se convierte en arcada cuando entró también la madre superiora. La una bella, joven de esbeltos y firmes pechos y graciosas curvas disimuladas bajo su hábito. La otra, fea con bigote, vieja, de pechos caídos y flácidos, y de amorfas curvas que estiraban al máximo la tela su vestido de monja. Eché fuera al pintor para que pudiéramos hablar en privado y al asegurarse la fea señora de que estábamos solos, empezó a relatar una oscura historia citando numerosos capítulos del libro “Génesis”, y que calificaban a Olba Town como una ciudad maldita en la cual comenzaría el fin de los tiempos, el fin del mundo conocido. Mientras la madre superiora seguía citando capítulos, perdí el hilo y me dediqué a desnudar mentalmente a la dulce monjita que ruborizada miraba al suelo y sonreía complacida. De un puntapié en la espinilla, llamó mi atención la madre superiora que gritando me advirtió que proteger la castidad de Sor Úrsula era mi misión en este caso. El demonio quería engendrar en ella al Anticristo que desde Olba Town llevaría al mundo a una nueva era de oscuridad y dolor. Fui consciente entonces de que me enfrentaba al caso más difícil de mi carrera ya que no pude levantarme de la silla para acompañarlas a la puerta. 

ESCENA3: UN PASEO POR EL INFIERNO
Un desagradable olor a pelo quemado me despertó de repente. Comprobé que me hallaba tumbado y desnudo sobre un suelo lleno de brasas y en una enorme cueva con paredes de fuego. Me incorporé rápidamente con la tranquilidad propia de saber que estaba teniendo una pesadilla apagándome a cachetazos los pelos del culo que crepitaban pasto de las llamas. Al dar dos pasos, extrañado miré mis pies, y vi que en realidad eran pezuñas. Y como sospechaba al llevarme las manos a la cabeza, dos enormes cuernos la coronaban. “En el fondo van a tener razón cuando me dicen  que soy un cabrón” pensé. Lejos de estar atemorizado decidí darme un garbeo por el infierno.  El sonido de una orquesta en la lejanía me guió por una serie de intrincados laberintos hasta que llegué a una enorme sala de fiestas con miles de invitados bailando tango. Me pedí un mojito en la barra y me mezcle entre la gente encontrándome a un buen número de personalidades famosas. El presidente Kennedy bailando y fornicando con Marilyn Monroe, a John Lennon y Jimi Hendrix fumándose un porro mientras Janis Joplin con un subidón de ácido acariciaba pecaminosamente los cuernos del General franco. Espantado por la escena, reculé y me di de bruces con el mismísimo Satanás. Su cara me era del todo familiar, esos ojillos pequeños con esa expresión de estreñimiento perpetuo.Me cogió de la cintura y empezamos a bailar. Empezó a darme besos en el cuello, y para darle conversación le pregunté para cuando estaba planeado el advenimiento del AntiCristo. A que me respondió: ”Bien, estamos trabajando en ello, y hemos dedicado tiempo ayer por la noche y esta mañana a trabajar en ello exactamente. Y lo que deseamos es una solución lo más clara posible y que agrupe el mayor número posible de amenazas destructivas. Sabemos bien lo que tenemos entre manos y sabemos bien lo que nos jugamos ”. Desperté de repente empapado en sudor. Brevemente desorientado no sabía en un principio dónde me encontraba. Y al poco recordé que estaba pernoctando en un aposento del convento de las monjas ferominas en la Plaza de Nun´s Square. La madre superiora me había sugerido que durmiera en el mismo convento donde ella se alojaba, para tener mejor vigilada a la bella y sensual Sor Úrsula. Al sentir un fuerte escozor en el culo, comprobé aterrorizado que tenía los pelos chamuscados. ¿Había estado realmente en el infierno? ¿Podría sacarse alguna conclusión de las enigmáticas palabras pronunciadas por Satanás? Sin tiempo para más consideraciones me levanté corriendo para contarle a la madre Superiora la angustiosa y onírica experiencia.

ESCENA4: LA MADRE SUPERIORA SE FLAGELA (Y TELA!!)
Al abrir la puerta del aposento de la madre superiora tuve que pellizcarme pues creí estar aún dentro de la pesadilla. Pero no, no estaba soñando, y si, la madre superiora completamente desnuda, flotaba a dos metros del suelo, con dos enormes ganchos que pendían de cadenas desde el techo, y que se clavaban en sus pechos estirándolos al máximo, suspendiéndola en el aire. Sus carnes flácidas y amorfas, sucumbían a la ley de la gravedad precipitándose en blancas cascadas carnosas llenas de varices y cicatrices es un espectáculo horrible y desagradable que me recordó a una escena del cuento Hop Frog de Alan Poe. La madre superiora ruborizada activó un mecanismo por control remoto y bajó las cadenas por medio de unas poleas situadas en el techo, hasta que puso los pies  en el suelo y para mi alivio se cubrió con una bata. Me explicó que esta práctica medieval, la ayudaba a purificar su alma, y prepararse para la era de dolor,  en el caso de que el advenimiento del AntiCristo no tuviera remedio. Yo por mi parte comprendí el porqué de sus pechos tan caídos y flácidos. Para romper el incómodo silencio entre ambos, le conté la experiencia onírica que acababa de vivir, enseñándole mis quemadas posaderas. Y tras asegurarse la monja, palpando mi culo detenidamente, con ojos brillante me explicó que aún podría haber una solución. Según varios pasajes del libro del Apocalipsis de San Juan, un hombre de corazón puro se vería las caras con el demonio y sería el único humano que podría ponerle freno al reinado de oscuridad del AntiCristo. Así que la monja me dio su bendición, y recitando extasiada de memoria el capítulo del libro del Apocalipsis me instó a que fuera inmediatamente al aposento de Sor Úrsula, y me adelanta a los planes de Satanás, abriendo las inmaculadas columnas de mármol, y penetrando la puerta prohibida con el cetro en la mano…y sin condón, apostilló.

ESCENA5: EN LAS CATACUMBAS DE OLBA TOWN
Abrí la puerta del aposento de la bella y sensual Sor Úrsula, con el ímpetu propio del que sabe que ha de desflorar a una monja para salvar a la humanidad de un destino horrible. Pero la monjita no estaba. Sin embargo, su voz podía oírse pidiendo auxilio a través de las paredes de su habitación. El demonio se me había adelantado. Cogí la antorcha que iluminaba el habitáculo, para ver si encontraba en la pared un resorte para abrir alguna puerta secreta, y la peana donde ésta se encontraba, cedió y el suelo desapareció bajo mis pies. Me precipité desde una altura de tres metros hasta caer en medio de un sinuoso corredor construido en tiempos remotos. Iluminando con la antorcha pude deducir que se trataba de unas catacumbas romanas, las cuales habían sido perfectamente conservadas a lo largo de los años por quién sabe qué sociedades malditas y secretas. Conforme iba avanzando, con los gritos de la bella y desesperada Sor Úrsula como guía, observaba las tétricas pinturas de las paredes que a modo de profecía, auguraban el advenimiento del AntiCristo en Olba Town. Para no volverme loco, decidí pasar por alto, y hacer como si no hubiese visto aquel dibujo. En él, se veía, a un hombre con gabardina y gafas de sol, con una antorcha en la mano, circulando por el corredor. La imagen que vi al final del pasillo, aunque parezca mentira, era aún más horripilante y es aún fruto de mis pesadillas. La dulce monjita, en enaguas, y con la cara vuelta, me miraba a los ojos con un indescriptible horror, mientras sus piernas la dirigían con total independencia y con asincopados  y antinaturales movimientos hacia unas escaleras de piedra que se perdían de vista en altura. Corriendo hacia ella, conseguí cogerla de la mano, mientras sus piernas poseídas nos arrastraba a los dos,  y sin saber aún cómo, atravesamos el muro que se encontraba al final de la escalera para de repente encontrarnos en el interior de la iglesia de Saint Peter. Aún aturdidos nos escondimos de tras de una columna al oír unos pasos acercarse desde detrás del altar. Y respiramos aliviados al comprobar que se trataba del párroco, sin duda, desvelado por los gritos. En ese mismo momento empezaron los temblores provenientes del mismísimo infierno.

ESCENA6: ABRIENDO LAS INMACULADAS COLUMNAS DE MARMOL
Encerrados Sor Úrsula y yo en el confesionario, mientras el demonio en forma de cabra golpeaba con sus cuernos la puerta, empezamos a acariciarnos como si dispusiéramos de todo el tiempo del mundo, conociéndonos, descubriendo nuestros cuerpos como dos adolescentes.  Sus pechos inmaculados, preciosos, y tenuemente iluminados por los primeros rayos de sol de la madrugada, que se filtraban a través de las cristaleras de la iglesia y de la celosía del confesionario, ofrecían una imagen divina, sagrada. Guié su mano con la mía a que conociese lo siempre se le había mantenido oculto. Y tuve que sugerirle que fuese más cuidadosa y me tratara con más delicadeza, mientras yo, con suaves movimientos de muñeca, preparaba la entrada. Y como auguraba la profecía, abrí las columnas de mármol, y penetré la puerta prohibida con el cetro en la mano. En ese mismo momento unos hermosos rayos de luz sobrenaturales fueron expulsados a través de todos los orificios del cuerpo de Sor Úrsula, a excepción por supuesto del que estaba ya ocupado.  La monjita empezó a levitar, y yo, en medio de la faena, viendo que se me iba, me agarré a sus hombros mientras seguía culeando con los pantalones por los tobillos. Atravesamos flotando el tejadillo del confesionario, y empezamos a volar suavemente por el templo, mientras los haces de luz que provenían de cuerpo de Sor Úrsula iban reconstruyendo los desperfectos de la iglesia y el desparramado cuerpo del párroco. Viendo desde la altura esta sobrenatural escena, aún culeando, tuve el último pensamiento cuerdo, antes del oscuro letargo de oscuro de locura en el que caí posteriormente. Había solucionado un nuevo caso, paradójicamente, poniéndole los cuernos al mismísimo demonio.

banda sonora
1 - B. Moore - "hot hells" [de wolfe] - Sound Book (1978)

2 - Ennio Morricone - Bruno Nicolai - "Opening Titles" B.S.O. - The Antichrist (1974)

3 - Krzysztof Komeda - "Through the Closet" B.S.O. Rosemary's Baby (1968)

4 - Eddie Warner - "Devil's Anvil" [IM] Progressive Percussions Vol.2 (1974)

5 - Roger Roger - "Sidewalk Blues" Betty Page - Danger Girl Burlesque Music

6 - Sonny Bono - "Chastity Walk" B.S.O. Chastity (1969)

7 - Krzysztof Komeda - "Panic" B.S.O. Rosemary's Baby (1968)

8 - Christian Bruhn - "Devil´s Tango" B.S.O. Timm Thaler (1979)

9 - Roger Roger - "Deep And Dark" Dance & Mood Music Vol. 21

10 - Alessandro Alessandroni & Nora Orlandi - "Devil's Nightmare" B.S.O. Devil's Nightmare (1971)

11 - Brian Bennett -"Darkside"[BRUTON] Drama Montage (Vol.1) (1978)

12 - Monk Higgins / Barbara Mason - "A good man is gone (vocal)" B.S.O. A good man is gone (vocal) (1975)

13 - Alessandro Alessandroni & Nora Orlandi - "Demon Night III" B.S.O. Devil's Nightmare (1971)

14 - Les Baxter - "Devil's Witchcraft" B.S.O. The Dunwich Horror Soundtrack (1970)

15 - Various Artist - "She said hell no" B.S.O. Black Fist (1977)

16 - Sonny Bono - " Chastity (Closing Theme)" B.S.O. Chastity (1969)

17 - Black Devil - "Follow Me" Disco Club (1978)

jueves, 7 de abril de 2011

TONY RUINA CONOCE A SATANÁS

ESTA NOCHE A LAS 00:00H EN UNIRADIO

viernes, 1 de abril de 2011

Capitulo12: Basura Radioactiva



Escucha aquí el capitulo:


ESCENA1: GROTESCA ESCENA DE SEXO RADIOACTIVO
A la hippy la conocí en una fiesta organizada por The River Table, uno de los pocos grupos de presión ciudadana contra la contaminación en Olba Town. Y sí, me fui con ella a su apartamento del barrio de Heavy Traffic, y ahora se desnudaba ante mí, mientras yo, tumbado en su cama, apuraba el pitillo. Sus axilas eran de las que a mí me gustan, ligeramente peludas con un gracioso bucle al final. Cuando se quedó completamente desnuda, descarté enseguida la posibilidad de seguir contando bucles. Pero lo que me llamó poderosamente la atención fue el brillo surrealista de sus pezones. Eran como los faros de un coche en un túnel, los ojos de un gato en la oscuridad, como las pegatinas de los foskitos de cuando yo era niño. Una luz verde tóxico que escandilaba a los ojos emanaba de ellos, tanto, que miré el pitillo y lo dejé en el cenicero. Mientras saltaba sobre mí no podía dejar de mirar cómo suS pezones luminosos dibujaban en la oscuridad graciosas formas que yo intentaba reconocer… un osito, un león, un tractor… De repente di un respingo al ver entrar un ser espeluznante que brillaba en la oscuridad de la habitación. Era como una radiografía viviente y verde, la figura de un hombre a la que le brillaba todo su aparato circulatorio, sus músculos, sus nervios…podía adivinarse incluso que tenía necesidad de obrar. “Hola cariño”, dijo para mi sorpresa la hippy, que ni se inmutó y seguía encima de mí dando saltos. Encendí aturdido la luz y vi que era otro hippy, su pareja por lo visto, que enseguida me estrechó la mano para mi absoluta perplejidad y reconoció su admiración por mi trabajo como detective contra la contaminación en Olba Town. Todo esto, mientras su mujer seguía cabalgando extasiada sobre mí. Apagó la luz pues sufría de fotofobia, y me explicó que su mujer y él eran miembros de la organización The River Table y sospechaban que las fábricas estaban almacenando residuos radioactivos en las proximidades del barrio Heavy Traffic que estaba produciendo extrañas mutaciones entre sus vecinos. Observando la radiografía verde y hippy hablándome en la negrura del cuarto, no pude menos que creer la versión ofrecida por el muchacho y acepté el caso. Mientras, los pezones luminosos de su mujer dibujaban ahora unos perfectos círculos en el aire, ahora más grandes, ahora más pequeños…

ESCENA2: VIOLENTA VISITA RADIOACTIVA EN EL DESPACHO
De madrugada ya en mi despacho, decidí antes de irme a la cama, encender el portátil e inspeccionar en el google earth, los alrededores del barrio Heavy Traffic, en busca de algo que pudiera parecerse a un vertedero radioactivo y lo que vi justo detrás del barrio fue un enorme recinto amurallado con dos sospechosas manchas de color negro, siendo todo el conjunto casi del mismo tamaño que la totalidad de Olba Town. Parecía que Mister Green y su novia “pezones luminosos”, tenían razón. Aquello tenía toda la pinta de ser un vertedero radioactivo encubierto y oculto. Cuando me disponía a hacer un zoom para verlo más de cerca, el portátil se quedó colgado, la imagen congelada, y empezó a emitir un agudo pitido casi imperceptible pero que despertó a todos los perros del barrio que en ese momento se pusieron a ladrar enfurecidos. En la calle oí como entraban dos vehículos a toda velocidad y se paraban justo en la puerta del edificio. Me asomé de soslayo a la ventana, y vi sorprendido que se trataba de dos enormes Hammer de los cuales se bajaron ocho musculosos gorilas vestidos de negro, rapados al cero y cada uno con su lanzallamas. Bajo sus gafas oscuras brillaban verdes sus ojos en la negrura de la noche. Mientras entraban virulentamente en el edificio consideré que lo más prudente sería ahuecar el ala en ese mismo momento y sin más dilación y silenciosamente subí por las escaleras a la azotea. En pijama y bata, bajo el manto frio de la noche, mientras ardía mi despacho, miraba al horizonte y el humo de las fábricas me pareció que era un monstruo peligroso y desafiante…Muy pronto nos veríamos las caras. 

ESCENA3: ASALTO AL VERTEDERO RADIOACTIVO
Fui tan cabreado y decidido que cuando me escondí tras unos matorrales a unos cien metros de la puerta del recinto comprobé que seguía en bata y zapatillas. Empapado y tiritando de frio comprobé que se trataba de una auténtica fortaleza secreta en medio de las marismas y oculta por un frondoso bosque de oscuros y tenebrosos pinos. Unos enormes e infranqueables muros se levantaban en medio del paraje natural e impedían ver lo que se escondía en su interior. La puerta, fuertemente vigilada por gorilas como los que habían incendiado mi despacho, era un trasiego de camiones que entraban y salín bajo el férreo control marcial. La bata, el pijama, las zapatillas de estar por casa y el móvil que casualmente tenía en el bolsillo eran mis únicos recursos ya que todas mis pertenecías habían desaparecido bajo el yugo del fuego. A pesar de no contar con los medios necesarios, ni con la indumentaria idónea, empecé a idear un plan para efectuar un asalto al recinto. Reptando como un lagarto por los charcos de las marismas llegué al muro y me escondí tras una esquina a cincuenta metros de la puerta. Me calcé bien las zapatillas y decidí jugar al “a qué no me pillas” con el vigilante de la puerta. Así que salí al descubierto, grité al gorila para llamar su atención, le lancé un bonito piropo sobre sus ojos verdes, y salí pitando girando la esquina. Me quedé por supuesto quieto esperando para cuándo llegará propinarle la infalible técnica kunfú de la patada en los huevos. Pero nada más sentir el grosor del dedo que empezó a darme golpecitos en el hombro, supe que tenía a mis espaldas a uno de estos temibles vigilantes. Instintivamente perdí el conocimiento en ese momento. 
 
ESCENA4: PERROS MUTANTES EN LAS MARISMAS RADIOACTIVAS
Desperté con todo el cuerpo molido a golpes, completamente lleno de barro y magulladuras, pero ¡vivo! Sin duda, los gorilas a ver mi aspecto en pijama y bata debieron tomarme por un loco y tras la paliza me dejaron tirado en una escombrera cerca del recinto. Tumbado, aún recuperándome mirando al sol del mediodía, sentí de repente cómo me chupeteaban la cara. Me incorporé y lo que en un principio me parecieron tres cachorros, resultó ser un perrito mutantes con tres cabezas que jugueteaba torpemente conmigo. Era un rumor a voces en Olba Town la existencia de perros mutantes en las marismas fruto de la contaminación y tenía delante mí una grotesca muestra de que eso era cierto. Pero cuando me levanté me vi rodeado por no menos de una docena de perros mutantes adultos gruñendo en actitud hostil y con el lomo escarpado. No tuve más remedio que emprender una fatigosa y surrealista carrera por las marismas, perseguido por los perros de tres cabezas y en zapatillas de estar por casa. El terreno abrupto y farragoso del paraje, junto con mi atuendo, propiciaba que tropezara constantemente y rodara por el suelo para posteriormente incorporarme y seguir corriendo. Debido a la obscena anatomía de los perros y el exceso de peso de sus cabezas, los cánidos también se movían torpemente y tropezaban con facilidad. Pensé en ese momento que en mi vida me había visto en una persecución tan absurda.

ESCENA5: ENTRANDO EN EL RECINTO RADIOACTIVO
Huyendo de los perros mutantes, de repente me di cuenta que el suelo había desaparecido bajo mis pies y me desplomé desde una altura de tres metros en medio de un enorme canal que cruzaba las marismas. Un líquido verde, igualito a los pezones de la hippy, pululaba con muy poco caudal. Terminaba en un extremo en el rio y en el otro se atisbaba a lo lejos una enorme tubería de donde procedía el líquido inmundo y qué conduciría sin duda al interior del recinto maldito. Así que decidí como siempre la opción más absurda y peligrosa, y seguí corriendo hacia aquel túnel mientras los perros, ya en el canal, seguían persiguiéndome torpe e insistentemente. Nada más entrar en el enorme tubo de hormigón me vi sumido en la oscuridad total, tan solo salpicada del verde de los ojos y dientes de los perros que brillaban y el atronador eco de sus ladridos. En las paredes multitud de bichos, alimañas, extraños animales, brillaban también con aquel verde tóxico enfermizo con lo cual tenía algo de referencia en mi carrera. Sin embargo, me di de repente de bruces con un muro y caí al suelo. Palpando la pared sentí una especie de escalera de mano y al mirar arriba la cantidad de bichos brillantes en las paredes dibujaba un angosto túnel que subía sin duda hacia la superficie. Así que para liberarme de la cansina persecución canina, empecé a subir por la escalera, rodeado de arañas, e insectos mutantes y brillantes y en apariencia, cabreados y peligrosos.

ESCENA6: TRISTE FINAL PARA UNA REALIDAD RADIOACTIVA
Las fotografías que tomé con el móvil, nada más abrir la trampilla y aparecer en medio del recinto, fueron al día siguiente portada de los medios de comunicación locales y nacionales. “Cementerio radioactivo”, “basura mortal”, “la vergüenza del progreso”, fueron algunos de los titulares bajo las instantáneas que reflejaban cómo se estaban almacenando, sin control ninguno, cantidades ingentes de residuos tóxicos por parte de las fábricas y lo que es más vergonzoso con la connivencia del Ayuntamiento. La organización The River Table, empezó a recoger firmas y preparar una gran movilización ciudadana a favor del desmantelamiento de aquella barbarie a la cual en principio los adormecidos habitantes de Olba Town parecían apuntarse en masa. Pero en esto que el Alcalde Peter Font apareció en una comparecencia oficial en la televisión local y con su sonrisa política se justificó ante los ciudadanos diciendo que no era un recinto oculto, sino protegido y que era un mal necesario para el progreso de la ciudad ya que muchas familias estaban viviendo gracias a las fábricas. En cuanto a las mutaciones entre los vecinos del barrio de Heavy Traffic expuso con una gráfica que gracias al brillo que desprendían ciertas partes de su anatomía en la oscuridad se había reducido considerablemente el número de atropellos nocturnos a peatones. El hecho es que a la manifestación organizada por The River Table nos presentamos cuatro gatos que enseguida fuimos tachados de extremistas. En la plaza de Nuns Square bajo una fea lluvia de primavera aguantando una pancarta con la tinta corrida, me acordé del sueño onírico que tuve en el poblado Awinmaue, de lo que me auguró el Jefe Laminga, y de las últimas palabras del brujo Makumba antes de matarlo con mis propias manos. Y llegué a la triste conclusión, de que el trágico final que sin duda le espera a Olba Town, es tanto fruto de la necedad de sus dirigentes  como de la insensatez y pasividad de sus habitantes.

banda sonora 

1 - Bill Geldard - "52nd precinct" [amphonic] - amps 1013 - mix & match (1973)

2 - Mel Young - "The Dark Room" Betty Page - Danger Girl Burlesque Music

3 - Brian Bennett - "Depths of Despair" [Bruton Music] - Orchestral Tension BRM12

4 - Johnny Harris - "Give Peace A Chance" B.S.O. Movements(1970)

5 - Bobby Davis Orchestra - "Prelude to Danger" B.S.O. Hit 'Em Hard (1972)

6 - Duncan Lamont - "Tense Up" [KPM] 1197 - Industry Volume 3(1977)

7 - Paul Giovanni - "Fire Leap" B.S.O The Wicker Man (1973)


8 - Nick Ingman - "Heavy traction" [KPM] 1206 - Cause for Concern (1976)

9 - Jerry Goldsmith - "The Intruders" B.S.O. Planet Of The Apes(1968)

10 - Jack Conrad - "Monkey Hustle Main Theme" B.S.O. The Monkey Hustle (1976)

11 - Howard Blake -"Mr. Mopoji - Wild Dogs"B.S.O. An Elephant Called Slowly (1969)

12 - Franco Bixio - "Dog's heart" B.S.O. A Pugni Nudi (1974)

13 - Johnny Pearson - "Running Sabotage" [KPM] 1136 - industrial panorama (1974)

14 - Franco Micalizzi - "Dark Suspense" B.S.O. Violence! (1974)


15 - Eddie Warner - "Zone Y" [L'Illustration Musicale] - IM 022 (1975)

16 - Syd Dale - "Minor Crisis" [amphonic] - amps 1006 - Smooth Themes - Swinging Percussion (1973)

17 - Jimmy Cliff - "Shanty Town" B.S.O. The Harder They Come (1972)

miércoles, 30 de marzo de 2011

viernes, 25 de marzo de 2011

Capitulo11: Olba Town, la ciudad mutante


Escucha aquí el capitulo:


ESCENA1: VISITA MUTANTE EN EL DESPACHO
Aquella fría madrugada, permanecía aún en mi despacho estudiando toda la información que me había proporcionado la policía de Olba Town, en relación a los tenebrosos y funestos acontecimientos de los últimos días en la ciudad. Más de ciento cincuenta muertos y quinientos desaparecidos eran unos números como para tomarse el asunto muy en serio. Analizando todas las pistas, cuando creí ver ante mí el desencadenante de aquella espiral de violencia y antropofagia desmedida, se me erizó el pelo de la nuca al percibir un hedor insoportable a carne descompuesta que provenía de detrás de la puerta de mi despacho. Sin duda, tras ella, una horda de zombis mutantes se venía aproximando con la intención de devorarme los sesos. Mi segundo órgano preferido.  Armándome de valor, abrí la puerta, y como sospechaba, por el rellano de la escalera, una veintena de mutantes, con la parsimonia propia que debe tenerse disponiendo de una anatomía corrompida y putrefacta, subían escalón por escalón, jadeando y expulsando asquerosas secreciones por la boca y demás orificios. “Menuda faena le queda mañana a la limpiadora”, pensé. Aterrorizado me encerré de nuevo en mi despacho, consciente de que en menos de dos minutos echarían la puerta abajo. No tenía escapatoria posible. Aún sabiendo que no serviría para detener a la horda zombi, cogí del cajón mi revólver, dispuesto a volarme los sesos si era necesario antes que dejarme comer vivo. Con el cañón introducido en la boca, contemplé pavorizado cómo echaban la puerta abajo y entraban remolonamente en el despacho.  

ESCENA2: MUTANTES EN EL CENTRO DE OLBA TOWN
Olba Town tiene la merecida fama de ser una ciudad anodina en la que nunca pasa nada interesante. Nunca es nombrada por los noticieros. Exceptuando alguna que otra banda callejera, un frustrado intento de atentado islámico, una peligrosa persecución de la mafia china con tiroteo incluido, o unos extraños casos de combustión espontanea entre las rubias que paseaban por la zona nueva de la ciudad, sus calles son un remanso de paz y aburrimiento. Sin embargo, aquella soleada tarde de invierno, una horda de zombis mutantes surgió de quién sabe dónde, para romper la tranquilidad y placidez en la que se hallan normalmente sus habitantes. Una veintena de muertos vivientes, la mayoría conocidos vecinos de Olba Town, causaron el pánico en la plaza de Palm Square, la zona comercial de la ciudad.
Algunos incrédulos creyendo que se trataba de algún espectáculo callejero, con unos fantásticos y logrados efectos especiales, se paraban a contemplar cómo éstos devoraban en plena calle y sin ningún tipo de pudor a todo aquel viandante al que lograban apresar entre el aplauso surrealista de la concurrencia. Un grupo de grúas del Ayuntamiento, especializadas en demoler edificios históricos del centro de Olba Town consiguieron acorralar al grupo de zombis para posteriormente aplastarlos con sus palas hasta reducirlos a una asquerosa y pestilente papilla, que varios operarios equipados con mangueras vertieron al alcantarillado. El Alcalde Peter Font, presionado por los negocios del centro, que estaban en pleno periodo de rebajas, y para evitar que cundiera el pánico entre los ciudadanos, negó todos los hechos, y los atribuyó a una paranoia colectiva, encerrando y tomando por locos a los numerosos testigos del suceso.

ESCENA3: DIAS DIFICILES Y MUTANTES
Los días siguientes fueron caóticos en Olba Town. Decenas de grupo de mutantes deambulaban por la ciudad, provocando esto situaciones realmente incómodas para el desarrollo normal de la vida diaria de sus ciudadanos. Afortunadamente la afición del Alcalde Peter Font de derruir edificios singulares del centro de Olba Town, es bastante fuerte, por lo que el Ayuntamiento cuenta con un gran número de grúas para tal fin. Durante varios días, sin embargo su misión fue la de reducir y masacrar a todo aquel grupo de zombis que advirtiesen por las calles. Producto del caos y del miedo colectivo aplastaron por error a un grupo de jubilados que jugaba plácidamente a la petanca en Point Square. Con el tiempo la gente incluso empezó a acostumbrarse a ver los grupos de mutantes invadiendo las calles y a interactuar de distintas formas con ellos. Algunos gamberros se entretenían en lanzarles botellas, algunas señoras le dejaban restos de comida como si fueren gatitos, otros tantos se manifestaban en contra de su aniquilamiento por parte de las grúas, catalogando el hecho como un holocausto zombi. Sea como fuere, la situación se iba tornando insoportable. Por un lado el hedor que dejaban los zombis por las calles del centro estaba afectando al consumo. Por otro, a pesar de la torpeza y lentitud con que se movían, de vez en cuando conseguían apresar a algún ciudadano, por lo general personas con movilidad reducida, ancianos y desvalidos, y el goteo de muertos era ya demasiado importante. Así que el Ayuntamiento y las fuerzas de seguridad de Olba Town, en un ejercicio de transparencia sin precedentes, compartió con todos los investigadores, los científicos y la comunidad intelectual de la ciudad, todas las pistas e información que tenían en relación a este misterioso caso, para buscar una solución conjunta. La desesperación del Ayuntamiento se disfrazó de honestidad.   

ESCENA4: TENSIÓN MUTANTE EN EL DESPACHO
 El sabor metálico del revólver introducido en mi boca, el hedor de horda zombi que entraba en el despacho y se aproximaba para devorarme vivo, despertaron en mí un último intento de aferrarme desesperadamente a la vida y de por lo menos morir defendiéndome. Tras vaciar el revólver inútilmente, cogí el trofeo de pesca de la estantería y golpeé al primer zombi que me amenazaba con su aliento a pescado podrido. Golpeé de rebote un radiocassette que estaba en la mesa del despacho. Éste, cayó al suelo y empezó a sonar de repente la canción “You should be dancing” de la película fiebre del sábado noche. Los zombis tras un primer titubeo…se pusieron a bailar. Yo para soltar toda la adrenalina, decidí también acompañarlos.

ESCENA5: PASEO MUTANTE Y FUNKY POR LA CIUDAD
Antes de la inesperada visita de los zombis mutantes a mi despacho, estudiando la información proporcionada por las autoridades, constate que muchos de los ciudadanos que se convertían en zombis de manera espontanea, estaban en ese momento al volante. Y entre la documentación encontrada en sus vehículos destacaba en un gran número de ellos la tarjeta de visita de un brujo. El Doctor Makumba. “Su curandero africano de confianza”, rezaba el papel, como si estos términos pudieran parecer compatibles. Y con el radiocassette al hombro, bailando funky de madrugada por las desiertas calles de Olba Town, seguido por un centenar de zombis que se me iban uniendo por el camino, me dirigía yo a su morada a pedirle explicaciones sobre este desaguisado. Cuando, de repente, se perdió la emisora, y rodeado por cientos de mutantes, ávidos de cerebro o ritmo, desesperado me puse a sintonizar la radio buscando algo de buena música. Comprobé aliviado que bailaban con bastante dignidad la bossa nova.

ESCENA6: FINAL MACABRO PARA UN CAPÍTULO MUTANTE
El plano de situación que venía dibujado en la tarjeta del curandero nos llevó a una nave abandonada del polígono industrial The Light. Al entrar, más allá de los esqueletos de toda clase de animales que colgaban del techo, y de las extrañas pinturas con sangre en idiomas abandonados y malditos que cubrían las paredes, el influjo de la magia negra podía sentirse en la piel y en el ánimo. El hedor a carne descompuesta, el suelo lleno de sangre seca y vísceras,  y el frio cadavérico de la nave, hacía casi impracticable el estar demasiado tiempo dentro de ella. Para mi sorpresa los mutantes que me seguían hasta ese momento, conforme iban entrando en la nave, por quién sabe qué tipo de influjo maligno, iban despertando de su oscuro letargo zombi, y su piel y mirada cobraban vida de nuevo. ¡Sanaban! Lógicamente al mirar a su alrededor huían despavoridos y completamente desorientados. Yo, sin embargo, tenía que encontrar al Brujo Makumba y continué solo el camino. Llegué a un almacén con cientos de cajas de Kleenex y comprendí enseguida cómo había propagado el virus o maldición o lo que quiera que sea que volvía zombis a los conductores. A través de los vendedores de Kleenex de los semáforos. Un método genial e higiénico. Una pequeña puerta me condujo a una enorme sala y describir el horror que sentí al ver el tétrico mosaico que cubría por completo una pared de al menos veinte metros y compuesto por decenas de cabezas humanas, me parece algo inútil, pero recuerdo que por un momento casi pierdo el conocimiento. En el suelo, sentado en medio de la sala estaba el brujo, cubierto con una túnica y mostrándome sus muñecas entregándose. El corazón se me paró momentáneamente cuando en perfecto awinmauense se justificó diciendo que Olba Town era una ciudad maldita, y me aconsejó que abandonase la idea de seguir protegiéndola. No dejé que siguiera hablando. Quiero pensar que fue fruto de mi estado de nervios, o producto del ambiente maldito que fluía por las paredes, pero muy dentro de mí, se que fue por no oír lo último que quería decirme por lo que le estrangulé con mis propias manos, mientras gritaban al unísono el brujo y el mosaico de cabezas de la pared.



banda sonora

1 - Lalo Schifrin - "Amityville Frenzy" B.S.O. The Amityville Horror (1979)

2 - Fabio Frizzi - "Fatti misteriosi" B.S.O. Paura nella citta' dei morti viventi(1980 )

3 - Jay Richford & Gary Stevan - "fearing much" Feelings (197?)

4 - Fabio Frizzi- "Un gatto nel cervello " B.S.O. Zombi 2: Un gatto nel cervello (1970)

5 - A. blonksteiner - "Target-firing" B.S.O. Apocalypse domani(Vol.1) (1980)

6 - Georges.A.Romero - "Scarey 2" B.S.O Dawn of the dead (1978)

7 - Stelvio Cipriani - "Un'ombra Nell'ombra" B.S.O. Un'ombra Nell'ombra(1979)

8 - Lalo Schiffrin - "Fear" B.S.O. Mannix(1967)

9 - Giorgio Gaslini -" School At Night" B.S.O. Profondo Rosso (1975)

10 - Bee Gees - "You Should Be Dancing" B.S.O. Saturday Night Fever (1977)

11 - Pino Donaggio - "Jack On The Move" B.S.O. Blow Out (1981)

12 - Connie Francis - "Bossa nova hand dance" The Mood Mosaic 4

13 - Bruno Nicolai - "Medium" B.S.O. Tutti i Colori del Buio (1972)

14 - Galt MacDermot - "dead end" In Film: 1969-1973

15 - Georges.A.Romero - "Scarey 1" B.S.O Dawn of the dead (1978)

miércoles, 23 de marzo de 2011

MAÑANA A LAS 00:00H NUEVO CAPÍTULO

UN CAPÍTULO DE ZOMBIES DE TONY RUINA?
Pues sí, un capitulo de zombies de Tony Ruina (o no sabes leer?)

viernes, 18 de marzo de 2011

Capitulo10: Capítulo extraordinario de Tony Ruina

















Escucha aquí el capitulo:



ESCENA 1: EL REGRESO DEL GUERRERO
Tras nuestra espectacular huida de la ciudad perdida de Pietrola y dejar allí abandonado a su marido Sarcochon, con el batallón del ejército francés, Charlotte Brown y yo permanecimos ocultos en una buhardilla de Paris frente al Moulin Rouge. Nos convertimos de la noche a la mañana en las personas más nombradas y buscadas por los medios de comunicación y nuestras cabezas subieron vertiginosamente su cotización entre los caza recompensas. Durante esos días, como no teníamos otra cosa que hacer, aprovechábamos el tiempo para fornicar al aire libre. Ella con las manos en la barandilla del balcón, yo oscilando hacia mis sus suaves caderas y admirando la belleza de la torre Eiffel a lo lejos. Estaba tan feliz, tan satisfecho, tan colmados estaban mis instintos primarios, que a las dos semanas me aburrí y decidí volver a Olba Town. Charlotte, completamente comprensiva con mis deseos me regaló como recuerdo de nuestra historia un mechón de pelo de su perfumado pubis, con el cual me hice un bigote para poder pasar de incógnito por la aduana. Ya en carretera montado en el autobús de la compañía Ladies que une Sibilha con Olba Town, mientras recordaba la bonita noche en el desierto con Charlotte, me llegó a la pituitaria un pestilente hedor a la par que familiar y desagradable. Miré a la monjita que tenía sentada de compañera de asiento. Ella me devolvió la mirada como diciendo, yo no he sido. Un cartel anunciando que estábamos a sesenta kilómetros de nuestro destino, me hizo comprender que no era otra cosa sino el olor putrefacto de Olba Town.  Recordé entonces la angustiosa experiencia chamánica en la que entré bajo el influjo de las drogas y de la mano del gran Jefe Laminga en el poblado Awinmaue (capítulo 8).

ESCENA 2: EXPERIENCIA ONÍRICA EN EL POBLADO AWINMAUE
Me desperté tiritando, empapado y con una humedad insoportable calándome los huesos. Completamente desnudo y en medio de un enorme humedal, al incorporarme y mirar a mi alrededor, se me heló la sangre. La vegetación era exuberante y de desmesuradas proporciones. No soy un experto en botánica, pero no reconocía ninguna de las plantas que con colores hasta ese momento nunca imaginados, se levantaban vigorosamente adoptando formas imposibles hasta que perdían de vista en altura. Sus frutos, con una morfología enigmática y maldita, mostraban también una variedad malsana de colores brillantes y texturas amenazadoras. El paisaje que me rodeaba, a pesar de ser fascinantemente extraño e ignoto, me recordaba algo que mi mente rechazaba de puro terror. En ese momento, di un respingo al sentir algo que me rozaba la pantorrilla. Miré hacia abajo y era una especie de perro feo, enano y sin pelo. Sin embargo, su rostro me resultaba angustiosamente familiar. Armándome de valor lo cogí para verlo más de cerca y vomité de terror nada más corroborar mis sospechas. Esos ojillos hundidos, esa calva generosa, esas gafas, y su tonta y encantadora sonrisa. Era una especie de ser del futuro, un perro mutante con la cara del Alcalde Peter Font. Grité con todas mis fuerzas, provocando la espantada de miles de seres amorfos que surgieron de la extraña vegetación que me rodeaba en aquel maldito paraje, y que hacía eones fueron las marismas de Olba Town. Desperté de nuevo pero ahora en la choza del Jefe Laminga, el cual me escupía repetidamente para calmar mi tenso estado de ánimo. Su respuesta, tras contarle el viaje onírico que acababa de tener debido a una sobredosis de hongo sagrado, lejos de tranquilizarme casi me vuelve loco. Me dijo que sin duda había estado en el futuro, a miles o quizá cientos de miles de años de distancia en el tiempo. Y no solo eso, me dijo también, que llegaría un momento en el que estaría en mis manos el poder cambiar ese desolador futuro. De la impresión de sus palabras perdí el conocimiento descompuesto.

ESCENA3: REENCUENTRO CON LA PELIRROJA
La lencería de la pelirroja era deliciosamente suave al tacto, y con un aroma sutil e insinuante que incitaba al pecado. El sostén, firme y solido, debido al enorme peso que debía  de soportar era sin embargo liviano y ligero en cuanto a su textura…con encajes y trasparencia para mostrarlo todo sin enseñar nada. La ropa interior de su marido, sin embargo, era la propia de  un hombre apocado y sin sex appeal. Feas camisetas sin mangas, y los típicos slips blancos con el clásico agujero para sacar el pajarito. Se me escapó en ese momento una risotada que casi me delata.
La misma noche de mi llegada a Olba Town, decidí que me vendría bien algo de calle, y paseando por Rich Street, vi un cartel anunciando el concierto de Deborah Boobs en el Pub The Other World. Era la hermosa pelirroja, cuyo marido me contrató para comprobar si le era infiel. (capitulo 2). La turgencia de sus voluminosos pechos, no habían cedido ni un ápice a la ley de la gravedad debido al trascurso del tiempo, según se apreciaba en la fotografía del cartel. Así que decidí ir a verla, para comprobar si el Photoshop tenía algo que ver en todo esto. La comprobación la haríamos en casa de la pelirroja, ya que su marido estaba en una cena de negocios y no llegaría hasta tarde. Estaba a punto de testar con mis manos la firmeza de sus senos cuando oímos las llaves de la puerta. Su marido se había adelantado. Escondido como un voyeur en el armario del dormitorio, y viendo como el marido borracho intentaba inútilmente satisfacer a su esposa, no pude más que recordar el bonito caso del equipo femenino de rugby, que a continuación relato…

ESCENA4: EL CASO DEL EQUIPO FEMENINO DE RUGBY (capitulo7)
Aquella bonita y luminosa mañana de primavera mi despacho lucía como siempre, desordenado y lleno de polvo como una incómoda metáfora de mi vida, hasta que entró parte del equipo femenino de Rugby de Olba Town. Once chicas, once sueños, once dulces minishorts, que inundaron de repente la estancia  de luz y sensualidad con sus risas y perfectos cuerpos adolescentes. Intimidado y pensando que éste podía ser un buen comienzo para una película de Jess Franco, les pregunté qué les había traído a mi agencia. Entre todas me explicaron que necesitaban de mis servicios, ya que sospechaban que tenían un mirón, que las espiaban mientras se duchaban, tras los entrenamientos. Además les había desaparecido ropa interior por lo que el mirón tenía además acceso a sus taquillas. Acepté el caso con una gran rabia contenido por dentro, debida sobre todo por la profunda envidia que me entró al oír su relato. Ya una vez en el estadio de Rugby, inspeccionando las instalaciones no tardé en dar con el escondrijo desde el cual el voyeur espiaba a las chicas. Así que allí pasé dos semanas apostado, mientras para sumergirme en el perfil psicológico del mirón, espiaba a las chicas a través del agujero. Once chicas, once sueños, sin minishorts. El hecho es que seguramente debido a mi presencia, el mirón dejó de acosarlas y de robarles ropa interior. Resuelto el caso, decidí no cobrarles nada, que menos, ellas, agradecidas, me insistieron en que me debían un favor, y volvía a pensar en las películas de Jess Franco.

ESCENA5: FINAL ALTERNATIVO A LA EMPANADA ORIENTAL
Aún después de haber estado cerrado más de siete años, durante mi periplo en tierras africanas,  el despacho estaba tal y como lo dejé antes de partir…lleno de polvo y telarañas, e invadido por ratas y cucarachas. Volvía a casa a reunirme con los míos. En el fondo del cajón de mi escritorio, me llamó la atención un objeto metálico y brillante. Al acercarme advertí que se trataba de unas bolas chinas. Irremediablemente rememoré el caso de la empanada oriental (capitulo 4), y me cuestioné qué sería de mi en este momento, si hubiese adoptado otra decisión en el último momento. [….]Así que salimos del Maserati y para poner orden y abrirnos paso grité a la muchedumbre “Háganse a un lado que voy armado”, meneando las caderas con las manos en la cintura. El hecho es que la contundencia de mis armas causó un gran revuelo y en medio de la estampida de la gente cogí a la chinita de la muñeca y empezamos a recorrer el antiguo embarcadero del rio Red Wine. La única opción que yo barajaba era arrojarnos a las sucias aguas del rio. Pero cuando llegamos al borde del embarcadero la chinita se paró en seco y me explicó toda la historia. Una auténtica empanada oriental. El Señor Chung Lio era en realidad su hermano y vino de China por que había vendido su virginidad a otro jefe de un clan mafioso. Ella, para demostrarle que era poco virgen, montó todo este numerito. Cuando me aseguró que su hermano sólo nos respetaría si contraíamos matrimonio, consideré muy seriamente esa posibilidad, tanto que al día siguiente nos casamos al estilo chino, saliendo de la Iglesia de San Peter Square bajo una lluvia de arroz tres delicias. La cosa es que aparte de convertirme el yerno del capo chino más peligroso y sanguinario del mundo, pasé a llevar el control del tráfico de cocaína en Europa Occidental, adquiriendo un nuevo significado para mí la expresión, navidad, blanca navidad…


banda sonora


1 - Jack Trombey - "Beat Special" De Wolfe 2990 - Young Beat (1966)

2 - Gato Barbieri - "Goodbye (Un Largo Adios)" B.S.O. Last Tango in Paris (1972 )

3 - Nico Fidenco - "Come Back! Rhythm" B.S.O. Emanuelle - Perché Violenza Alle Donne? (1977)

4 - Alessandro Alessandroni & Nora Orlandi - "Hell Nightmare" B.S.O Devil's Nightmare (1971)

5 - Alain Goraguer - "Les hommes - La grande co-existence"
B.S.O La Planète Sauvage (1973)

6 - Roy Budd - "The Strange Approaches" B.S.O. The Black Windmill (1974)

7 - Janko Nilovic - "African Dream"
Impressions, Vol. 1

8 - Piero Piccione -"A Place To Hide" B.S.O. The Tenth Victim (1965)

9 - Piero Umiliani - "Topless Party" B.S.O. Svezia, Inferno e Paradiso (1968)

10 - Gert Wilden And Orchestra - "Little Girls"
B.S.O. Schoolgirl Report (1969)

11
- Galt MacDermot - "Woman is Sweeter" B.S.O. Woman is Sweeter (1969)

15 - Piero Piccioni- "Big Action" B.S.O. Puppets on a chain (1970)

12 - Guido & Maurizio De Angelis - "Piedone Is Sad" B.S.O. Piedone Lo Sbirro (1973)


13 - Guido & Maurizio De Angelis - "Piedone A Hong Kong (Piedone Indaga)" B.S.O. Piedone A Hong Kong (1975)

14 - Ray Charles - "Santa Claus Is Comin' To Town" The Spirit Of Christmas (1959)


jueves, 17 de marzo de 2011

ESTA NOCHE A LAS 00:00H EN UNIRADIO

 Y COMO SIEMPRE...MAÑANA AQUI  EN EL BLOG 

viernes, 11 de marzo de 2011

Capitulo9: El Tesoro de Chirimbolo


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ESCENA1: PERDIDO EN LA SELVA
Tras mi huida del poblado Awinmaue, pasé al menos tres días perdido por la selva, alimentándome de gusanos y charlando con los monos, sin llegar a intimar en ningún caso. Siguiendo un rastro de colillas llegué a un campamento que por la cantidad de basura acumulada en sus alrededores deduje que se trataba del hombre blanco. En concreto era un campamento del grupo internacional ecologista Yellow Peace en el que una veintena de hippis estudiaba el impacto de hombre blanco en la selva. Por la cantidad de mierda que había a su alrededor el impacto que me causó a mi particularmente fue repugnante.  Completamente desnutridos y llenos de mugre se pasaban todo el día tumbados y drogados probando todo tipo de plantas tóxicas. Me pareció que estaban tan desubicados como puedan estar los animales salvajes en un zoo. Aún así, me proporcionaron ropa y algo de comida. Cuando me informaron que una vez al mes un hidroavión les visitaba suministrándoles alimentos y tabaco, vi mi oportunidad de abandonar ya por fin la selva. 

ESCENA2: SOBREVOLANDO EL DESIERTO
Que el mundo está lleno de asombrosas casualidades es algo que ya sabía, pero la vida no deja de sorprenderme y de mostrarme que es un pañuelo. El hidroavión se llamaba Superplus II y su piloto era un entrañable anciano llamado Raymond Frank.  Su padre a bordo del Superplus I en los años veinte había cruzado por primera vez el océano atlántico en hidroavión. Una proeza para la época. El hecho es que salió de Border´s Sticks, un pueblo cercano a Olba Town. Cuando yo le dije que era de allí oriundo, el hombre se emocionó muchísimo. Su padre le había hablado de la belleza del paisaje de Olba Town, del rio, las marismas, la playa de Fodder Top. No quise desilusionar al anciano, así que me ahorré contarle cual era el estado actual de aquel paraíso de antaño. Sobrevolando el desierto, Raymond seguían dándome la brasa con la belleza de Olba Town. Me vi obligado a contarle que no quedaba nada de aquello, que las fábricas se habían encargado de borrarlo del mapa. El rio, las marismas, la playa de Fodder Top, estaban mortalmente envenenadas. Raymond Frank al oír mis palabras murió en el acto de un infarto y el hidroavión se desplomó irremediablemente sobre la arena del desierto. Cubierto de arena hasta el cuello, constaté que no cabe duda de la condición de ciudad maldita de Olba Town, que ni nombrarse se puede sin que ocurra una catástrofe. 

ESCENA3: BRUSCO GIRO DEL DESTINO
No sé cuantas horas pasé sepultado hasta el cuello en mitad del desierto. Con la cara abrasada, la garganta seca y llena de arena, cuando empezaron a llegar los buitres y a rodearme, deseé simplemente morirme, abandonarme. Poco a poco fui perdiendo el conocimiento, mientras a lo lejos me parecía ver unas sombras acercándose. Aturdido, pensé que se trataría solamente de alucinaciones. Los buitres empezaron a ensañarse con mis orejas. Cuando desperté  no pude más que sonreír pensando cómo cualquier situación, puede dar un vuelco tan radical en un abrir y cerrar de ojos. De estar en mitad de desierto enterrado hasta el cuello de arena y siendo devorado vivo por decenas de buitres, pasé a estar desnudo y sumergido en una bañera de latón llena de agua perfumada. Cuatro lindas mujeres de rasgos árabes para aliviar el dolor de mis quemaduras frotaban mi cuerpo con un ungüento algo pestilente. Al día siguiente me enteré que se trataba de orina de camella. Repuesto del shock inicial, analicé la situación. Por el aspecto de la tienda donde me encontraba y el atuendo y rasgos de las muchachas que me cuidaban deduje que los nómadas del desierto, los Tuareg, me habían salvado la vida, y estaba ahora en uno de sus asentamientos. Como para corroborar mis sospechas, entró en ese momento el Jefe del clan que en perfecto inglés se me presentó como Ali Pallah, descendiente directo de la casta de los Dallah Pakah. Me comunicó que al día siguiente iban a dirigirse hacia el norte. Cuando me preguntó de donde era yo, fue decir Olba Town y llevarme las manos a la boca. El jefe Ali Pallah con una importante formación en las artes oscuras instintivamente se dio cuenta de que yo había pronunciado una palabra maldita, por lo que decidió adelantar la marcha y partimos antes del atardecer. Sin embargo sólo era cuestión de tiempo que cualquier calamidad se nos viniera encima.
    
ESCENA4: PERSEGUIDO POR LA MALDICIÓN
Al día siguiente me despertó un ruido de disparos fuera de la tienda. El campamento fue rápidamente rodeado por un batallón del ejército francés. El jefe del Clan Ali Pallah no tuvo más remedio que entregarse. Por lo visto sólo él conocía el paradero de la perdida ciudad de Pietrola que escondía entre sus muros el tesoro perdido de Chirimbolo, y según leyendas locales con él una poderosa pócima mágica que proporcionaba vida eterna. La leche! El ejército francés lucía en mitad dl desierto con sus mejores galas. Incluso había venido en persona el presidente francés Sarcochon para asegurarse el éxito de la misión. Con él, como siempre su glamurosa esposa y exmodelo Charlotte Brown que retuvo su mirada de forma insistente en el bulto que sobresalía de mi chilaba debido al despertar tan repentino. El jefe del clan Ali Pallah se comprometió a llevarlos a la ciudad perdida a cambio de que respetasen a su pueblo hasta el momento de su regreso. Charlotte Brown insistió a su marido en que yo formase parte de la expedición. El presidente francés desconfiado me miró de arriba a abajo. Afortunadamente el bulto de mi chilaba ya había menguado, por lo que accedió a las peticiones de su esposa. Así que me vi de nuevo embarcado en una nueva aventura de futuro incierto en busca de un tesoro de tiempos arcanos.

ESCENA5: ESCENA SEXUAL EN EL DESIERTO
Al acampar de noche tras el primer día de viaje hacia la ciudad perdida de Pietrola, decidí salir de la tienda y sentarme en la arena a disfrutar del espectáculo que ofrecía las estrellas en un cielo tan limpio como aquel. Al poco se sentó a mi lado Charlotte Brown. Fue algo que sencillamente no me sorprendió. Sabía que sucedería. Hablamos toda la noche como si nos conociésemos de mucho tiempo, riéndonos y cantando canciones de Serge Gainsbourg . Ella había insistido a Sarcochon en que me reclutase para la misión, porque ya me conocía. Sabía de algunos de mis casos en Olba Town. Y me confesó de que la posibilidad de que su marido se tomase la pócima, y le obligase a ella hacer lo mismo, y por ende, tener que aguantarlo hasta la eternidad, era algo que había que evitar a toda costa. Para consolarla del estado de nervió que le entró tan solo de pensarlo, le pasé un brazo por encima. Y una cosa llevó a la otra…la otra a la una. Total que acabamos con los genitales rebozados en arena del desierto y prometiéndonos que la pócima no caería nunca en manos de su marido. 

ESCENA6:HUYENDO DE LA CIUDAD PERDIDA
Huyendo de la ciudad de Pietrola a caballo y escoltado por Charlotte Brown y el jefe Ali Pallah, aún aturdido, intenté recapitular para ser consciente de lo que había sucedido realmente. Habíamos llegado a la preciosa ciudad perdida de Pietrola. Allí, una primera trampa situada en un corredor decapitó a un puñado de franceses. Yo obligado a fuerza de pistola a entrar tropecé con la cabeza de un soldado francés, y esquivé de esta forma la mortal cuchilla giratoria. La segunda trampa era un damero lleno  de letras que había que pisar en clave a riesgo de caer por un precipicio. Yo dije para mi “Yavéh tú, que pongo yo ahora!”, mientras iba escribiendo dando saltos, y llegué al otro lado sin problemas. Como nunca miro el suelo cuando ando, cuando me di cuenta estaba caminando sobre un puente invisible hacia una puerta abierta en la roca. Allí encontré la pócima en un vasito de barro y sin fecha de caducidad. Al llegar los soldados franceses con su presidente a la cabeza y tenderme éste la mano para que yo le diese el bebedizo, miré a Charlotte Brown que rompía a llorar desconsolada y ante la mirada atónita de todos, me lo bebí todo de un trago. El presidente francés montando en cólera, ordenó a sus soldados que abrieran fuego sobre mí. Mientras me acribillaban, gastando inútilmente las balas ya que solo me hacían cosquillas, conseguí a base de mamporros dejarlos a todos inconscientes, momento que aproveché para huir con Charlotte y el jefe Tuareg. Cabalgando bajo el sol demoledor del desierto, y sacándome una bala de la oreja, me estremecí pensando cómo iba yo a costearme la jubilación.

banda sonora 
1 - Giancarlo Barigozzi Group - "Tarzan Dance" Optical Sound (197?)

2 - Sam Sklair - "African Runner" (CONROY) African Adventure & The Spy Set (1967 )

3 - J.J. Johnson - "Willie Escapes" B.S.O. Willie dynamite (1974)

4 - Brian Bennett - "Flying Fists" (BRUTON) Drama Montage (Vol.1) (1978)

5 - Gordon Staples & the String Thing - " Strung Out" B.S.O Mean Johnny Barrows (1976)

6 - Georg Deuter - "Desert - Rock (space ship - orbit)" Soundtrack (197?)

7 - Roy Ayers - "Desert Sunrise" B.S.O. Cleopatra Jones (1972)

8 - Gert Wilden & Orchestra - "Desert Hips" B.S.O. I Told You Not To Cry (1966/72)

9 - Roy Budd - "Rescue of Limbani" B.S.O. The Wild Geese (1978)

10 - Bruno Nicolai - "Fenomenal e il tesoro di Tutankamen"
B.S.O. Fenomenal e il tesoro di Tutankamen (1968)

11 - Nora Orlandi - "Night Story" B.S.O. Il Dolce Corpo Di Deborah (1968)

12 - Luchi DeJesus - "Be shait / Jericho / Super man" B.S.O. Friday Foster (1975)

13 - Elmer Bernstein - "Lighter Santi" B.S.O. McQ (1974)

14 - Kool & The Gang - "Open Sesame" B.S.O.Saturday Night Fever (1977)

jueves, 10 de marzo de 2011

viernes, 25 de febrero de 2011

Capitulo8: Las tribulaciones de un Europeo en África


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ESCENA1: UNA FATAL CONFUSIÓN
Nada más llegar al fastuoso hotel Kenia Hilton de cinco estrellas, dejé las maletas en la habitación y bajé a la sala de fiestas. Una orquesta tocaba música easy listening de genios como Henry Mancini o Syd Dale. En la entrada del lujoso salón de Hotel, un enorme cartel anunciaba una recepción, una especie de Cocktail Party privada para los miembros e invitados de la Alianza de Civilizaciones. La cara de diplomático me sale estupendamente, así que me colé por la puerta a la fiesta y me vi de repente rodeado de dictadores asesinos, multimillonarios excéntricos y empresarios sin escrúpulos. Mientras bebía el mojito en la barra, a mi alrededor se hablaba de negocios millonarios, golpes de estado, intrigas palaciegas y se decidía sobre la vida o la muerte de millones de personas en todo el mundo.  Aburrido de insustanciales conversaciones decidí bailar un poco con la garbosa rubia de insinuante mirada que estaba  tan sola en la pista de baile. Era la esposa de un peligroso dictador que negociaba a unos metros de ella con un empresario europeo los derechos de explotación de los diamantes de su país, y el destino de varias tribus cercanas a la mina. Aunque esté de vacaciones parece que tengo afición al peligro, así que invité a la rubia a que continuásemos la fiesta en mi habitación. Ella aceptó encantada la invitación preocupándose de que yo advirtiese de que no llevaba ropa interior. En cuanto su marido se tomase dos copas más, le daría esquinazo y subiría a la habitación 202 me dijo. Mientas me dirigía a mi habitación a darme una ducha y pedir algo de champagne, por megafonía llamaban a recepción al Señor Mangaloka. Me hizo gracia ese nombre. “Yo sí que soy un Mangaloca”, pensé. Así, cuando los dos individuos de etiqueta junto al ascensor me preguntaron si yo era el Señor Mangaloka , absurdamente les dije que sí. La banda de Jazz empezó a tocar la canción “Party Poop” de Henry Mancini. Es lo último que recuerdo antes de recibir el golpe en la cabeza que me dejara k.o. 

ESCENA2: PLANEANDO SOBRE LA JUNGLA

Me despertó un ruido infernal y lo primero que vi fue la selva bajo mis pies. La estaba sobrevolando en un helicóptero con los dos individuos que se habían dirigido a mí en Hotel pero ahora ataviados con ropa militar y metralletas.  Discutían en su idioma de forma acalorada pronunciando de vez en cuando la palabra Mangaloka. Sin duda se trataba de dos secuestradores, y en ese momento debieron de darse cuenta de su error. Yo no era el tal Señor Mangaloka. “¡Que bocazas soy! ¡maldita sea mi estampa!, grité en medio de la discusión y ante la estupefacción de los paramilitares que me escoltaban sin duda hacia un fatal destino, cogí lo que parecía un paracaídas y salté al vacio. Caía a una velocidad de vértigo hacia el enorme colchón ver de la selva, y al tirar de la anilla comprobé que no era un paracaídas sino una Zodiac inflable. Enervado y ofuscado, como pude me situé dentro de la barca, me agarré fuerte, y planeando sobre la jungla, me sentí enormemente solo y ridículo ante aquella inmensidad de tierra salvaje y virgen hacia la que irremediablemente descendía. Conforme me iba acercando, los sonidos de la selva se iban mezclando con el que producía la zodiac en su descenso. Monos, pájaros, extraños animales… me recordaba la música electrónica de los discos setenteros de Roger Roger. Decidí unirme a todos ellos con un profundo grito. Gutural, gutural. Una enorme secuoya amortiguó la caída golpeándome repetidamente con sus ramas por todo el cuerpo. Acabé molido a golpes, montado en la zodiac y a la deriva en una especie de riachuelo. Un momento idóneo para echarse una siestecita, pensé.

ESCENA3: SELVÁTICA ESCENA SEXUAL
Me despertaron unos gritos humanos cerca de la orilla. Y de entre los matorrales se levantó una hembra de raza negra, como no podía ser de otra forma, completamente desnuda. Una lugareña de macizas y espectaculares proporciones. Era como si Marilyn Monroe se hubiese bañado en un barril de crudo. Despertarse con una visión como esa es algo que siempre resulta agradable. Se había dislocado un hombro al caerse del árbol donde cogía fruta. Asustada en un principio, le apliqué un suave masaje hasta que se lo puse en su sitio. Sospeché que había tenido contacto con civilizaciones más avanzadas cuando para agradecerme la cura me abrió la cremallera del pantalón. Insistí en que no hacía falta, pero ante su obstinada predisposición, la dejé hacer. Mientras la indígena seguía con lo suyo hice un repaso de situación en la cual me encontraba. Estaba completamente incomunicado, en mitad de la selva africana, sin saber además en qué país me encontraba exactamente y con aquella negrita que acababa de conocer, agradeciéndome virtuosamente mis labores humanitarias. Esto último era lo más positivo de todo, pero de repente salió corriendo perdiéndose en la espesura de la selva. Vale, quizás había estado algo despistado y no le había prestado demasiada atención, pero dejar la faena a medias no me pareció algo muy bonito. Cuando me di la vuelta reconocí enseguida esos tocados y pinturas de sus caras por los reportajes de antropología cultural de la BBC. Una veintena de integrantes de la peligrosa tribu caníbal Tolokomo me apuntaban con sus lanzas.

ESCENA4: LA DESPENSA HUMANA
La tribu Tolokomo es una de las pocas tribus caníbales que quedan aún en África, con lo cual fue toda una “suerte” que precisamente ellos me hiciesen prisionero. Atado a un tronco y portado sobre los hombros de dos tolokomos hice entrada en el poblado, y rápidamente me entró complejo de butifarra por  la cara de satisfacción que ponían los indígenas al verme pasar. Debido a la crisis en el turismo internacional habían cambiado sus hábitos alimenticios. Sólo comían carne humana en determinadas celebraciones y cuando recibían visitas ilustres. Así que me llevaron a una gran choza, la despensa del poblado, dónde me encontré a otros prisioneros, a los cuales, comprobé espantado les faltaban algunos miembros. Se los estaban comiendo poco a poco, y los mantenían vivos para que no se pudriese la carne. Me estremeció el caso de un inglés, muy propio él con su traje de safari, al que le faltaba una pierna de rodilla para abajo y al que sólo se le ocurrió preguntarme si tenía tabaco de pipa. Había otro francés, al que le faltaban los brazos y las piernas. Este era el único que no estaba atado, lógicamente. Y se movía de un lado para otro de la choza con sus pequeños muñones y entablando conversación con el resto de los prisioneros. Me sorprendió escucharle que tampoco se vivía tan mal allí, y me dijo que le alimentaban muy bien, y que una vez cada dos semanas un grupo de mujeres del poblado satisfacía sexualmente a todos los prisioneros. Mostrando el muñón de su brazo derecho, me relató orgulloso que se sirvió en rodajas con salsa de mango en una ancestral celebración en honor al Dios Jamatelah. Sin duda se había vuelto loco. “Mejor para él”, pensé. De momento a mí ese día, me cortaron tres dedos del pie izquierdo para ofrecerle una tapa de caldereta a un jefe local que estaba de visita. Ya de madrugada, al poco de conseguir quedarme dormido, me despertó un zarandeo. Era la linda negrita a la que había curado el hombro que había venido para liberarme. Descarte la posibilidad de llevarme a otros prisioneros pues  a todos les faltaba, todas o alguna extremidad inferior. El francés se puso a gritar como un energúmeno el muy gilipollas para alertar al poblado de nuestra huida. La negrita y yo salimos corriendo a través de la jungla.

ESCENA5: LOS AÑOS FELICES EN AFRICA
Calculo que viví en torno a tres años en el poblado de la tribu Awinmaue, en lo que considero sin duda, como uno de los periodos más felices y tranquilos de mi vida. Contraje matrimonio con Vayamamah, que así se llamaba la negrita, y tuvimos una larguísima descendencia. No eran todos míos, ya que los primos y tíos de Vayamamah también tenían derechos sexuales con mi esposa. Yo por supuesto con sus primas y tías también. La cosa quedaba en familia. Llegué a entablar una relación muy especial con mi suegro, el jefe de la tribu, el gran jefe Laminga. Manteníamos muy largas conversaciones en su choza. Yo le hablaba del hombre blanco y el a mí de sus antepasados y de mitología awinmauense. Me ayudó mucho en mi adaptación a las costumbres de la tribu. Los hombres íbamos siempre desnudos, pero debíamos de ponernos un largo palo hueco enfundado en el pene. A pesar de las molestias iniciales, conseguí acostumbrarme. Lo malo era el insomnio que me producía, ya que de noche, me despertaba, por circunstancias propias de la naturaleza humana, de un palazo en la cara. El gran Jefe Laminga, gracias a rituales iniciáticos y extrañas drogas, consiguió que yo tuviese tal control de mi cuerpo, que a pesar de estar profundamente dormido,  cuando, por circunstancias propias de la naturaleza humana, el palo subía para arriba, mi cabeza por si sola lo esquivaba. Si bien he de decir, que los últimos meses de mi estancia en el poblado, noté al Jefe Laminga, demasiado pegajoso conmigo. 

El Jefe Laminga
ESCENA6: EL RITUAL CON FINAL FELIZ
El gran Jefe Laminga, me llamó ese día como cualquier otro para que charlásemos en su choza y como siempre empezamos la reunión esnifando un poco de hongo sagrado. El Jefe Laminga se aseguró de que yo me cogiese un buen colocón dándome de esnifar en repetidas ocasiones. Tenía que comunicarme algo muy importante. Me contó que estaba perdiendo las facultades para poder ejercer con todas las garantías sus labores como Jefe de la tribu y me propuso ser su sucesor. Era la primera vez en mi vida que se me proponía algo parecido, así que me sentí muy alagado y acepté el reto. Al día siguiente empezaron los preparativos del traspaso de poderes. Cuando vi la cantidad de comida dispuesta en el centro del poblado, pensé que la ceremonia empezaría con un gran banquete comunal. La sorpresa fue que todo el festín era para mí solito. Más de cinco horas tardé en engullírmelo con litros y litros de agua de coco. De lo lleno que estaba no podía ni tenerme en pie, así que me llevaron en volandas a una choza, me tumbaron sobre un lecho y pensé para mí, “Bueno, ahora vendrá la gran siesta”. Pues estaba equivocado. Una a una fueron pasando todas las mujeres de la tribu entregándose en cuerpo y alma al nuevo Jefe en una orgia que me pareció interminable y agotadora. No podía ya con mi cuerpo. Hasta le dije que no a una lugareña que quería repetir.  Al salir de la choza me esperaba una gran montaña de hongo sagrado dispuesta toda para mí. Yo, deseando acabar ya con la tortura que estaba suponiendo mi nombramiento, me la esnifé toda de forma compulsiva. Acabé viendo triple y en cinemascope. Dando tumbos me aproximaba al altar sagrado entre la multitud que se arrodillaba a mis pies reverenciándome. El colocón que llevaba era importante, imponente. Tuve que restregarme los ojos para creer lo que estaba viendo. El gran Jefe Laminga esta bocabajo espatarrado sobre el altar, y esperando a que se hiciese efectivo el traspaso de poderes. “Por ahí sí que no”, me dije. Por muy goloso que pudiese parecer ser Jefe de la tribu, sodomizar un viejo chocho me pareció un precio demasiado elevado.  Así que en medio del desconcierto popular salí corriendo del poblado. No descarto volver algún día, por lo menos para visitar a mi veintena de retoños, y a mi esposa Vayamamah. A sus primas y tías, por supuesto también. Supongo, que con el tiempo, al gran Jefe Laminga se le habrá pasado el calentón.  

banda sonora

1 - Manu Dibango - "Bokolo's Boogie"
B.S.O. Countdown at Kusini (1975)

2 - Roy Budd - "Diplomatic Dance"
B.S.O. Paper Tiger (1975 )

3 - Henri Mancini - "Party Poop"
B.S.O. The Party (1968 )

4 - Alan Parker- "Black Pearl"
(DE WOLFE) The Black Pearl (1972)

5 - Riz Ortolani - "Relaxing In The Savana"
B.S.O Cannibal Holocaust (1979)
6 - Syd Dale - "Shades of Blue" (KPM) Accents on Percussion (1966)
 
7- Nachum Heiman - "Echo 15" (KPM) Percussion Workshop (1972)
8 - Piero Umiliani - "Tamoure' Titoli"
B.S.O. Le Isole dell'amore (1970)
9 - Howard Blake - "The Leopard"
B.S.O. An Elephant Called Slowly (1969)

10 - Nino Nardini -"Jungle Spell"
(NEUILLY) Jungle Obsession (1971)

11 - Ima Sumac - " Le lion est mort"
The Ultimate Yma Sumac Collect

12 - Ray Cooper - "Voodoo!" (TIM) 1013 - Breath of Danger (1974)

13 - Les Baxter - "Voodoo Dreams" Jungle Jazz (1959)

14 - The Meters - "Big Chief" Trick Bag (1976)