viernes, 1 de abril de 2011

Capitulo12: Basura Radioactiva



Escucha aquí el capitulo:


ESCENA1: GROTESCA ESCENA DE SEXO RADIOACTIVO
A la hippy la conocí en una fiesta organizada por The River Table, uno de los pocos grupos de presión ciudadana contra la contaminación en Olba Town. Y sí, me fui con ella a su apartamento del barrio de Heavy Traffic, y ahora se desnudaba ante mí, mientras yo, tumbado en su cama, apuraba el pitillo. Sus axilas eran de las que a mí me gustan, ligeramente peludas con un gracioso bucle al final. Cuando se quedó completamente desnuda, descarté enseguida la posibilidad de seguir contando bucles. Pero lo que me llamó poderosamente la atención fue el brillo surrealista de sus pezones. Eran como los faros de un coche en un túnel, los ojos de un gato en la oscuridad, como las pegatinas de los foskitos de cuando yo era niño. Una luz verde tóxico que escandilaba a los ojos emanaba de ellos, tanto, que miré el pitillo y lo dejé en el cenicero. Mientras saltaba sobre mí no podía dejar de mirar cómo suS pezones luminosos dibujaban en la oscuridad graciosas formas que yo intentaba reconocer… un osito, un león, un tractor… De repente di un respingo al ver entrar un ser espeluznante que brillaba en la oscuridad de la habitación. Era como una radiografía viviente y verde, la figura de un hombre a la que le brillaba todo su aparato circulatorio, sus músculos, sus nervios…podía adivinarse incluso que tenía necesidad de obrar. “Hola cariño”, dijo para mi sorpresa la hippy, que ni se inmutó y seguía encima de mí dando saltos. Encendí aturdido la luz y vi que era otro hippy, su pareja por lo visto, que enseguida me estrechó la mano para mi absoluta perplejidad y reconoció su admiración por mi trabajo como detective contra la contaminación en Olba Town. Todo esto, mientras su mujer seguía cabalgando extasiada sobre mí. Apagó la luz pues sufría de fotofobia, y me explicó que su mujer y él eran miembros de la organización The River Table y sospechaban que las fábricas estaban almacenando residuos radioactivos en las proximidades del barrio Heavy Traffic que estaba produciendo extrañas mutaciones entre sus vecinos. Observando la radiografía verde y hippy hablándome en la negrura del cuarto, no pude menos que creer la versión ofrecida por el muchacho y acepté el caso. Mientras, los pezones luminosos de su mujer dibujaban ahora unos perfectos círculos en el aire, ahora más grandes, ahora más pequeños…

ESCENA2: VIOLENTA VISITA RADIOACTIVA EN EL DESPACHO
De madrugada ya en mi despacho, decidí antes de irme a la cama, encender el portátil e inspeccionar en el google earth, los alrededores del barrio Heavy Traffic, en busca de algo que pudiera parecerse a un vertedero radioactivo y lo que vi justo detrás del barrio fue un enorme recinto amurallado con dos sospechosas manchas de color negro, siendo todo el conjunto casi del mismo tamaño que la totalidad de Olba Town. Parecía que Mister Green y su novia “pezones luminosos”, tenían razón. Aquello tenía toda la pinta de ser un vertedero radioactivo encubierto y oculto. Cuando me disponía a hacer un zoom para verlo más de cerca, el portátil se quedó colgado, la imagen congelada, y empezó a emitir un agudo pitido casi imperceptible pero que despertó a todos los perros del barrio que en ese momento se pusieron a ladrar enfurecidos. En la calle oí como entraban dos vehículos a toda velocidad y se paraban justo en la puerta del edificio. Me asomé de soslayo a la ventana, y vi sorprendido que se trataba de dos enormes Hammer de los cuales se bajaron ocho musculosos gorilas vestidos de negro, rapados al cero y cada uno con su lanzallamas. Bajo sus gafas oscuras brillaban verdes sus ojos en la negrura de la noche. Mientras entraban virulentamente en el edificio consideré que lo más prudente sería ahuecar el ala en ese mismo momento y sin más dilación y silenciosamente subí por las escaleras a la azotea. En pijama y bata, bajo el manto frio de la noche, mientras ardía mi despacho, miraba al horizonte y el humo de las fábricas me pareció que era un monstruo peligroso y desafiante…Muy pronto nos veríamos las caras. 

ESCENA3: ASALTO AL VERTEDERO RADIOACTIVO
Fui tan cabreado y decidido que cuando me escondí tras unos matorrales a unos cien metros de la puerta del recinto comprobé que seguía en bata y zapatillas. Empapado y tiritando de frio comprobé que se trataba de una auténtica fortaleza secreta en medio de las marismas y oculta por un frondoso bosque de oscuros y tenebrosos pinos. Unos enormes e infranqueables muros se levantaban en medio del paraje natural e impedían ver lo que se escondía en su interior. La puerta, fuertemente vigilada por gorilas como los que habían incendiado mi despacho, era un trasiego de camiones que entraban y salín bajo el férreo control marcial. La bata, el pijama, las zapatillas de estar por casa y el móvil que casualmente tenía en el bolsillo eran mis únicos recursos ya que todas mis pertenecías habían desaparecido bajo el yugo del fuego. A pesar de no contar con los medios necesarios, ni con la indumentaria idónea, empecé a idear un plan para efectuar un asalto al recinto. Reptando como un lagarto por los charcos de las marismas llegué al muro y me escondí tras una esquina a cincuenta metros de la puerta. Me calcé bien las zapatillas y decidí jugar al “a qué no me pillas” con el vigilante de la puerta. Así que salí al descubierto, grité al gorila para llamar su atención, le lancé un bonito piropo sobre sus ojos verdes, y salí pitando girando la esquina. Me quedé por supuesto quieto esperando para cuándo llegará propinarle la infalible técnica kunfú de la patada en los huevos. Pero nada más sentir el grosor del dedo que empezó a darme golpecitos en el hombro, supe que tenía a mis espaldas a uno de estos temibles vigilantes. Instintivamente perdí el conocimiento en ese momento. 
 
ESCENA4: PERROS MUTANTES EN LAS MARISMAS RADIOACTIVAS
Desperté con todo el cuerpo molido a golpes, completamente lleno de barro y magulladuras, pero ¡vivo! Sin duda, los gorilas a ver mi aspecto en pijama y bata debieron tomarme por un loco y tras la paliza me dejaron tirado en una escombrera cerca del recinto. Tumbado, aún recuperándome mirando al sol del mediodía, sentí de repente cómo me chupeteaban la cara. Me incorporé y lo que en un principio me parecieron tres cachorros, resultó ser un perrito mutantes con tres cabezas que jugueteaba torpemente conmigo. Era un rumor a voces en Olba Town la existencia de perros mutantes en las marismas fruto de la contaminación y tenía delante mí una grotesca muestra de que eso era cierto. Pero cuando me levanté me vi rodeado por no menos de una docena de perros mutantes adultos gruñendo en actitud hostil y con el lomo escarpado. No tuve más remedio que emprender una fatigosa y surrealista carrera por las marismas, perseguido por los perros de tres cabezas y en zapatillas de estar por casa. El terreno abrupto y farragoso del paraje, junto con mi atuendo, propiciaba que tropezara constantemente y rodara por el suelo para posteriormente incorporarme y seguir corriendo. Debido a la obscena anatomía de los perros y el exceso de peso de sus cabezas, los cánidos también se movían torpemente y tropezaban con facilidad. Pensé en ese momento que en mi vida me había visto en una persecución tan absurda.

ESCENA5: ENTRANDO EN EL RECINTO RADIOACTIVO
Huyendo de los perros mutantes, de repente me di cuenta que el suelo había desaparecido bajo mis pies y me desplomé desde una altura de tres metros en medio de un enorme canal que cruzaba las marismas. Un líquido verde, igualito a los pezones de la hippy, pululaba con muy poco caudal. Terminaba en un extremo en el rio y en el otro se atisbaba a lo lejos una enorme tubería de donde procedía el líquido inmundo y qué conduciría sin duda al interior del recinto maldito. Así que decidí como siempre la opción más absurda y peligrosa, y seguí corriendo hacia aquel túnel mientras los perros, ya en el canal, seguían persiguiéndome torpe e insistentemente. Nada más entrar en el enorme tubo de hormigón me vi sumido en la oscuridad total, tan solo salpicada del verde de los ojos y dientes de los perros que brillaban y el atronador eco de sus ladridos. En las paredes multitud de bichos, alimañas, extraños animales, brillaban también con aquel verde tóxico enfermizo con lo cual tenía algo de referencia en mi carrera. Sin embargo, me di de repente de bruces con un muro y caí al suelo. Palpando la pared sentí una especie de escalera de mano y al mirar arriba la cantidad de bichos brillantes en las paredes dibujaba un angosto túnel que subía sin duda hacia la superficie. Así que para liberarme de la cansina persecución canina, empecé a subir por la escalera, rodeado de arañas, e insectos mutantes y brillantes y en apariencia, cabreados y peligrosos.

ESCENA6: TRISTE FINAL PARA UNA REALIDAD RADIOACTIVA
Las fotografías que tomé con el móvil, nada más abrir la trampilla y aparecer en medio del recinto, fueron al día siguiente portada de los medios de comunicación locales y nacionales. “Cementerio radioactivo”, “basura mortal”, “la vergüenza del progreso”, fueron algunos de los titulares bajo las instantáneas que reflejaban cómo se estaban almacenando, sin control ninguno, cantidades ingentes de residuos tóxicos por parte de las fábricas y lo que es más vergonzoso con la connivencia del Ayuntamiento. La organización The River Table, empezó a recoger firmas y preparar una gran movilización ciudadana a favor del desmantelamiento de aquella barbarie a la cual en principio los adormecidos habitantes de Olba Town parecían apuntarse en masa. Pero en esto que el Alcalde Peter Font apareció en una comparecencia oficial en la televisión local y con su sonrisa política se justificó ante los ciudadanos diciendo que no era un recinto oculto, sino protegido y que era un mal necesario para el progreso de la ciudad ya que muchas familias estaban viviendo gracias a las fábricas. En cuanto a las mutaciones entre los vecinos del barrio de Heavy Traffic expuso con una gráfica que gracias al brillo que desprendían ciertas partes de su anatomía en la oscuridad se había reducido considerablemente el número de atropellos nocturnos a peatones. El hecho es que a la manifestación organizada por The River Table nos presentamos cuatro gatos que enseguida fuimos tachados de extremistas. En la plaza de Nuns Square bajo una fea lluvia de primavera aguantando una pancarta con la tinta corrida, me acordé del sueño onírico que tuve en el poblado Awinmaue, de lo que me auguró el Jefe Laminga, y de las últimas palabras del brujo Makumba antes de matarlo con mis propias manos. Y llegué a la triste conclusión, de que el trágico final que sin duda le espera a Olba Town, es tanto fruto de la necedad de sus dirigentes  como de la insensatez y pasividad de sus habitantes.

banda sonora 

1 - Bill Geldard - "52nd precinct" [amphonic] - amps 1013 - mix & match (1973)

2 - Mel Young - "The Dark Room" Betty Page - Danger Girl Burlesque Music

3 - Brian Bennett - "Depths of Despair" [Bruton Music] - Orchestral Tension BRM12

4 - Johnny Harris - "Give Peace A Chance" B.S.O. Movements(1970)

5 - Bobby Davis Orchestra - "Prelude to Danger" B.S.O. Hit 'Em Hard (1972)

6 - Duncan Lamont - "Tense Up" [KPM] 1197 - Industry Volume 3(1977)

7 - Paul Giovanni - "Fire Leap" B.S.O The Wicker Man (1973)


8 - Nick Ingman - "Heavy traction" [KPM] 1206 - Cause for Concern (1976)

9 - Jerry Goldsmith - "The Intruders" B.S.O. Planet Of The Apes(1968)

10 - Jack Conrad - "Monkey Hustle Main Theme" B.S.O. The Monkey Hustle (1976)

11 - Howard Blake -"Mr. Mopoji - Wild Dogs"B.S.O. An Elephant Called Slowly (1969)

12 - Franco Bixio - "Dog's heart" B.S.O. A Pugni Nudi (1974)

13 - Johnny Pearson - "Running Sabotage" [KPM] 1136 - industrial panorama (1974)

14 - Franco Micalizzi - "Dark Suspense" B.S.O. Violence! (1974)


15 - Eddie Warner - "Zone Y" [L'Illustration Musicale] - IM 022 (1975)

16 - Syd Dale - "Minor Crisis" [amphonic] - amps 1006 - Smooth Themes - Swinging Percussion (1973)

17 - Jimmy Cliff - "Shanty Town" B.S.O. The Harder They Come (1972)

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